"Usted tiene la honradez de nuestros abuelos. Desgraciadamente, eso ya no conduce a nada. Su último gran Jefe de Estado no tuvo inconveniente en decirles a ustedes que eran unos becerros. Entonces, ¿en qué puede molestar a un becerro que un Ministro de Estado o un Jefe de Gobierno se enriquezcan demasiado rápidamente? ¿Cree usted que la situación económica se sentirá afectada? Vamos, hombre, lo esencial es construir, producir, dar a los terneros lo que ambicionan, comer, beber, fornicar, marchar al campo el sábado, y alguna trashumancia de altitud en invierno".
(Muerte de un corrupto, de Georges Lautner, 1977).
Mejor dicho imposible. Todos ovejas para el matadero, mientras la corrupción política avanza inexorablemente. En 1.977 sabían muy bien lo que hoy se olvida, lo que somos para los políticos. Por cierto, ya mismo son las elecciones.
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