El derecho a lo torcido

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miércoles, 27 de mayo de 2009

Nuestro peculiar homenaje a Johnnie Cochran.


Su aspecto era excéntrico, pero cuando hablaba, temblaba el auditorio. Ya era una estrella de la abogacía antes de defender al ex jugador de fútbol estadounidense O.J. Simpson, pero tras su absolución, ascendió a los altares.

Divino allá donde se encuentre, fue capaz de conducir al Fiscal al craso error que trajo la absolución por el jurado del famoso exjugador. Y es que como me recuerda un feliz compañero, si no conoces una respuesta evita tirarte al charco, que mejor será bordearlo aunque no sea actitud honrosa.

Cochram supo inquietar al Fiscal con sus alegatos mientras que el enfoque de las pruebas propuestas y la hábil discusión de las contrarias llevó al Ministerio Público a una grave inseguridad. Pensando más con el corazón que con la cabeza, se tiró al charco. Y perdió un caso ganado para la acusación cuando la opinión pública mayoritaria daba a O.J.Simpson por culpable, habida cuenta sus precedentes de malos tratos familiares y su natural carácter violento.

Le pidió que se calzase los guantes que se hallaron en la escena del crimen. Si alguien era culpable de manera tan evidente, y se habían encontrado unos guantes que presuntamente sirvieron para el homicidio al estar ensangrentados, dichos guantes debían haber sido utilizados por el acusado para perpetrar el crimen. Sin embargo, como predican los abogados con retranca, para el Derecho 2+2 nunca son 4, y los guantes quedaron pequeños a O.J.Simpson.

Los guantes entraban, pero muy ajustadamente. O.J. Simpson fue advertido por su abogado de la posibilidad de este error, y de la comedia que debía imprimir a ese momento. El acusado fue un actor fabuloso y aparentó, no sólo no haber visto jamás los guantes, sino gran dificultad en calzárselos.

Estaremos de acuerdo en que un delito puede cometerse con guantes apretados y con guantes holgados, si bien la ejecución puede ser más dificultosa en el primero de los casos.

Pero Cochram ya había vencido. No sólo famoso por sus corbatas de colores encendidos, sino por sus eficaces y lapidarias frases estribillo, aquí acuñó la estelar "if they don´t fit, you must acquit", que rimando equivale a decir que si no se podía calzar los guantes, debía absolvérsele, mientras que el Fiscal había quedado noqueado tras su garrafal error.

Y como dijimos, Cochram subió a los cielos, donde no sólo se le recuerda por absolver a celebridades condenadas de antemano por la opinión pública y la sana lógica, sino por el trabajo que hizo a favor de los desfavorecidos, generalmente de raza negra, que habían sufrido los abusos de los agentes por motivos fundamentalmente raciales.

Su despacho estaba adornado por las copias de los cheques por millones de dólares que había ganado en juicios para ciudadanos sin nombre que habían sufrido abusos policiales.

Maestro entre los maestros, pasa a la posteridad por un discurso astuto y majestuoso.

En el juicio final, queremos que nos defiendas.

Descansa en paz, Johnie Cochran.

1 comentario:

  1. No hables por todos. Yo no quiero que me defienda. La verdad siempre sera la verdad!

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