El derecho a lo torcido

El blog para los amantes del derecho paranormal ¡¡¡HEMOS VUELTO POR ACLAMACIÓN POPULAR (jajo jajota)!!!

viernes, 29 de mayo de 2009

Perdone que insista...

Me cautivan las creaciones inteligentes. Puede ser una comedia o puede ser una serie de televisión. Veo muy poco la llamada caja tonta (no diré como la gran mayoría para ver documentales en La 2, sino que en mi caso yo sigo los informativos, pasándome de Telemadrid a Tve y viceversa, comprobando que una misma noticia puede tener infinitos prismas).

Las nuevas tecnologías han traído la posibilidad de revisar cualquier documental o episodio de cualquier serie, e incluso cualquier película está al alcance de la mano en una descarga de treinta minutos. Otro día nos detendremos a hablar de los downloads, pero hoy toca hablar de Colombo y las series policiacas.

Reconozco que me gusta lo retro, y empecé comprándome la primera temporada de Kojak (parece que la segunda está al salir), encontrándome a un detective duro y elegante que enlaza en algunos aspectos con Harry "el sucio" y que asume sólo a regañadientes la legalidad vigente mientras exhibe sin contemplaciones su violencia y su falta de respeto a los cánones establecidos. Es una serie de acción, muy bien desarrollada, con personajes trabajados y que nos hace conocer y profundizar en los miembros del departamento de policía. Lo mismo ahonda en nuestro Kojak que en uno de los subinspectores, a cuya idiosincracia puede dedicar el director parte de un capítulo, siendo la tónica general el desengaño de los agentes en la aplicación de la ley y la pulcra conducta del juzgador, que la más de las veces hace que el delito quede impune. Los ladrones entran por una puerta y salen por otra. Los malditos abogados que de tan perversos, deben comer niños por la noche.

Kojak es una serie magnífica, extraordinariamente amena, y que liderada por Kojak, no es tanto una serie sobre su personaje como sobre el departamento de policía y su devenir diario.

Sin embargo, Colombo es otro mundo. Esta serie se centra en la lógica detectivesca de un personaje aparentemente atolondrado. La interpretación es magnífica, pero lo que realmente la convierte en una serie de culto son los inteligentes diálogos.

Porque aquí lo importante no es el misterio: el asesinato siempre se desvela al principio del capítulo y la trama siempre es idéntica. Conociendo al asesino (que suele pertenecer a la alta sociedad) y partiendo de unas coartadas fantásticamente estructuradas (no en vano suelen ser afamados médicos, militares, abogados o escritores) el misterio se centra en los brillantes diálogos y en la capacidad de Colombo para basándose en la aplastante lógica (nada de análisis de ADN) llevar a su terreno al asesino, siempre firme y seguro de si mismo, hasta que se desmonta la coartada a ritmo de pregunta o de errores bien aprovechados por el detective.

No pasa el tiempo por ella como no pasa por un libro de Faulkner. Pasan las personas y las modas, pero una reflexión inteligente (oral o escrita) vivirá siempre.

Las coartadas pulcramente tramadas son desmontadas mediante preguntas astutas y el asesino de turno acaba psicológicamente desgastado y confesando. Los episodios son obras maestras que perfectamente podrían representarse en teatro, puesto que todo se resume en un enfrentamiento dialéctico entre detective y sospechoso y en una lección magistral de sentido común y psicología humana para desmontar la más perfecta de las coartadas.

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